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lunes, 4 de octubre de 2010
LA MUJER SIN CABEZA (2008) LUCRECIA MARTEL

A mi no me caga David Lynch, ni Wes Anderson ni mucho menos me cagan los hermanos Coen. Lo que si me super caga es que tanto a estos como a otros 20 directores de los últimos 20 años aprox. se les rinda un culto ridículamente excesivo, que dejan a los directores más innovadores, según yo, en un lugar de anonimato casi total. Y me refiero a directores tales como Abner Benaim, José Luis Guerín, Lynne Ramsay, los hermanos Dardenne ó la mismísima Lucrecia Martel, de quien analizaré su última película en este ensayo.

Este interesante grupo de realizadores no han hecho las historias mas bizarras o “cool” que a todos los amiguitos “hipsters” les gustaría ver, sino que han ido a lo más profundo que han podido del estudio fílmico, para mediante técnicas muy particulares de filmación, contar las historias mas necesarias en estos tiempos tan inciertos.

Curiosamente este grupo de directores a los que me refiero, no hacen cine para entretener, sino que en mi opinión lo hacen a manera de ejercicio de introspección. Como si en la noche después del trabajo llegáramos a nuestra casa y después de cenar nos paramos frente al espejo del baño por unos minutos y observamos al personaje frente a nosotros, y analizamos sus rasgos y comportamiento de ese y todos los días anteriores, nos enjuagamos la cara y apagamos la luz decepcionados y decididos. Algo así.

Debo señalar también que en mi pobre bagaje cinematográfico me eh dejado llevar por mis sentimientos y deseos mas que por los rankings y recomendaciones de “los que saben”. Por lo que soy muy celoso de un tipo de cine. Pero también veo lo demás curiosa e inconcientemente para seguir amando lo mío.

Ahora, refiriéndome a la directora en cuestión, Lucrecia Martel, comenzaré citando algo que encontré en Internet sobre su vida:

Lucrecia Martel nació en Salta, Argentina en 1966.
Pasó la adolescencia en su ciudad natal inventando películas que tenían por protagonistas a sus familiares. Al finalizar el secundario, se trasladó a Buenos Aires para estudiar Ciencias de la Comunicación. Pero pronto volvió a su temprana vocación de cineasta. Así lo confirman los cortos El 56 (1988), Piso 24 (1989), Besos rojos (1991) y El rey muerto(1995). Su formación la llevó por la Esc. de Cine de Avellaneda, y el ENERC. El 1er. reconocimiento fue con su corto Rey Muerto, parte de Historias Breves I. Su primer largo, La Ciénaga, se llevó el premio a Mejor Opera Prima en el Fest. de Berlín 2001 y la impuso como la mayor promesa del Nuevo Cine Argentino. La niña santa, su penúltimo film, fue seleccionado para la competencia oficial del Fest. de Cannes 2004 y La Mujer Sin Cabeza, cu último largometraje, ha recibido también gran aceptación de la crítica internacional.

http://peliculas.itematika.com/biografia/d69/lucrecia-martel.html

Es importante mencionar que Lucrecia no estudió cine en las mejores escuelas europeas, ni en cuba con los mejores maestros de técnica fílmica, sino que desde temprana edad fue una inquieta de la imagen así como de las cosas que se esconden detrás de la cotidianidad de todos. Personalmente creo que es una de las cualidades mas importantes de los artistas que marcan época, que entienden que la mayor fuente de creatividad e innovación no está en el artista más reconocido de su época, sino dentro de ellos mismos, de buscar decir lo más importante como nadie lo ha dicho antes. Claro que no descarto la escuela y el estudio como plataforma de conocimiento igualmente importante.

Es así como Lucrecia logra en sus obras su objetivo de desmenuzamiento del alma al mostrarnos personajes con vidas ordinarias que se ven envueltos en problemas maritales, de familia, de trabajo, de autoestima, de asesinato, etcétera. Y mediante una peculiar técnica de filmación nos ayuda a entender el duelo interno que ellos viven en búsqueda de una salida.

Es aquí donde entra lo de “historias necesarias hoy en día” por que creo que el cine ha tenido funciones fundamentales a lo largo de la historia, nunca dejando de lado su carácter artístico, aunque algunos cuantos poderosos se han empeñado en echarlo a perder.

Cuando el cine surgió sirvió para documentar, después los artistas al tener juguete nuevo empezaron a embellecerlo dándole la función de obra artística enaltecedora y elitista. Después vino la etapa del entretenimiento, y ahora comienza la etapa del replanteamiento del lenguaje cinematográfico, un nuevo modo de contar historias que si no son realmente nuevas, por lo menos si es nueva la postura de franqueza y sencillez difícil de encontrar en esta época de tanta tecnología y basura en los medios.

Pero ¿Qué es lo que según yo hacen este tipo de directores para que merezcan un lugar en los libros de historia del cine?

Pues bien, en el libro “Mensajes icónicos de la cultura de masas” de Roman Gubern, específicamente en el capítulo “La articulación del lenguaje fílmico” encontramos lo siguiente al referirse al montaje en el espacio y tiempo de un film:

“Experiencias metódicas de proyección de películas en comunidades primitivas que desconocían el cinematógrafo han corroborado el carácter altamente convencional de su lenguaje y la necesidad de un aprendizaje para la correcta lectura de un film”.

“En efecto, la selección de espacios ópticos se opera en el hombre mediante el desplazamiento del cuerpo y la movilidad del cuello y de las órbitas oculares, y la selección de tiempos es una operación de elipsis utilizada tradicionalmente tanto en la narrativa oral como escrita, por razones de economía expresiva y de eficacia expositiva (cine comercial), y fundamentada a su vez en la discontinuidad y la selectividad de la memoria y del recuerdo humano” “que privilegian ciertos espacios-tiempos significativos, en detrimento de otras zonas intermedias de mayor pobreza significativa.”

En “La mujer sin cabeza” (2008), Lucrecia Martel decide tomar esas zonas intermedias de mayor pobreza significativa en el montaje convencional para enmarcarlas como el único punto referente para la visión del espectador. O sea que los planos en éste film se convierten en bellas fotografías individuales que decapitan a los personajes, que desenfocan al que habla, que siguen al personaje secundario o que exponen la excitación dentro de la mente de un personaje por su manera de mirar al otro. Un estilo que hasta los críticos mas renombrados han alabado.

La mujer sin cabeza es la historia de Verónica (María Onetto), una dentista que en un día normal manejando de regreso a casa, se distrae con el sonido de su celular y al buscarlo en su bolsa atropella algo. Esto le hace padecer un extraño estado mental de perdida de memoria e inestabilidad psicológica por la incertidumbre de no saber qué fue lo que realmente atropelló.

Esto la lleva a ausentarse por completo de la realidad en los siguientes días, a perder la cabeza.

La película esta poblada en su mayoría del silencio de Verónica y de las conversaciones ordinarias de sus familiares, que no parecen percatarse de la difícil situación dentro de la protagonista hasta que ésta decide confesar lo que para ella según sucedió.

Sin embargo estos momentos de inexpresividad en el rostro de Verónica parecen ser detonantes para que algunos otros de sus familiares o conocidos destapen sus verdaderas intenciones hacía ella, cosa que pareciera confundirla mas o hundirla un poco mas.

Grabada en su mayoría con cámara estática, acentúa el carácter serio y estético del filme así como la sensación de espectador y no de espía que comúnmente nos da la cámara en mano. Nos sentimos ajenos a sentir alguna compasión o lástima directamente por Verónica, tal vez por su actitud extraña y pocos detalles en la historia, o tal vez también por los desplazamientos de la cámara y el juego con el foco, centrándonos mas bien en la totalidad de la escena, intentando leer la mente de los que rodean a Verónica y finalmente esperando que algo suceda y conecte a todos los que aparecen a cuadro, no en una conversación sino en una voluntad. Es aquí donde el carácter existencialista y de introspección es logrado de manera rotunda.

Destaca también la magnífica fotografía de Bárbara Álvarez, sombría y elegantemente triste.

Esta nueva visión del cine no es única de Lucrecia Martel, varios directores no sólo en América sino en todo el mundo están realizando obras de propuesta similar, lo que nos lleva a pensar en una inquietud latente en las nuevas generaciones de cineastas, dejar de lado el refrito de historias y dejar de tirarle a Hollywood.






Creo que es importante dar pie a la mayor difusión de este tipo de trabajos por que en ellos no solo radica una forma asombrosa y bella de hacer cine, sino una nueva tesis sobre el verdadero origen de las problemáticas y soluciones sociales, el interior de la mente y corazón del ser humano.



Aquí el trailer
que erroneamente la muestra como una película de suspenso pero que se los dejo para que puedan ver un poco mas de su estética y fotografía.

Saludos.

4 Comments:
Blogger Jorge Arturo said...
Carnal, tus palabras son al "oido mental" lo que las buenas imágenes al ojo acostumbrado a las buenas fotografía. Muy buen ensayo sobre Lucrecia, ya me entusiasmaste a ver el resto de sus películas. Bueno ya vi la niña santa hace unos años y si, es muy buena, como tu dices es introspectiva, te vuelve íntimo con los personajes. Chido carnal, no conocía este blogg, mis felicitaciones a quien te invitó a colaborar.

Anonymous Anónimo said...
Muy bien escrito, pero no estoy del todo de acuerdo. Decir que hay "historias necesarias para estos tiempos" es arriesgado y emite un juicio sobre la necesidad de cierto tipo de artistas sobre otros. creo que eso está mal.

Por otro lado, no me parece ni que se les rinda un culto excesivo a los cineastas que mencionas, ni que martel o el resto de los cineastas contemplativos del mundo sean tan innovadores. Como tú dices, muchos otros lo hacen y lo han estado haciendo desde hace décadas. Grave es que gente como Tarkovsky y Antonioni lo hicieron hace 50 años, y mejor, y que a todos estos aún se les llame innovadores por el simple hecho hacer un cine "contra hollywood".

A nivel personal, me da hueva que existan "movimientos". Tal vez la razón por la que a los cineastas que mencionas se les rinda ese culto notable es porque son individualistas, comprometidos con ellos mismos antes que con cualquier causa externa o postura ante la industria. Mencionas a Lynch, Coen, Wes, Tarantino, y no hay manera de unirlos en una sola categoría; mientras que tristemente a Martel, Kiarostami, etc...sí. Tal vez es un defecto de parte de uno como público tanto celebrarlos por hacer cine diferente como por no hacer cine de hollywood.

Tal vez mi problema principal fue haber conocido el cine de Angelopolous, Antonioni y Kiarostami hace ya tanto tiempo que ver una película como La Mujer sin Cabeza me parece redundante. No porque esté mal ser parte de una tradición, sino porque no sentí que dicha película encontrara su propio twist más allá de principios antes establecidos por los cineastas que le antecedieron. En eso sí, La Ciénaga fue un gran acierto. Y ese nivel Martel ya no lo ha tenido desde enconces.
Alexandro

Blogger Adolfo Gurrola said...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Blogger Adolfo Gurrola said...
Gracias Alexandro, ojalá puedas seguir retroalimentando en los siguientes posts. Seguimos aprendiendo.

Aclaro:
Al decir historias más necesarias no quise decir las más importantes o únicas necesarias. Además no veo el cine de Lucrecia Martel como contemplativo, creo que su lenguaje va más a intimidar por medio del misterio entre escenas aparentemente pobres en acción o guión, sin ser lentas. Ella misma a establecido que mucho de su enfoque al hacer películas es mostrar por variaciones de ritmo, tono y cámara la riqueza de las conversaciones más naturales, rematando esto con una estética que si bien no fue inventada por ella (aqui damos credito a Antonioni de los directores que mencionas, entre otros), si es aterrizada muy bien en estos tiempos.
Yo la compararía más con Hsiao-hsien Hou por ejemplo.

A cineastas como Angelopolous o Tarkovsky los veo en otro nivel, otro estilo, que si bien influyó en cineastas como Martel, no está siendo imitado por ella, sino tal vez y muy por encimita, retocado. Sin decir que es mejor o peor.

Creo que seguiré intentando enaltecer a cineastas como ella, no por que crea que son los mejores, sino por que al menos, desde esta pequeña trinchera que es este blog o cualquier otro espacio que se me brinde, me gustaría alentar a los que ven cine a voltear para otro lado.

Saludos.